domingo, 1 de septiembre de 2013

"EL TERCERO AUSENTE" (Ricardo Combellas, para El Universal)



Tomo el título de un libro del ilustre pensador italiano Norberto Bobbio, queriendo significar en nuestro caso la ausencia de un eje humano (grupo, líder, partido) que amortigue y equilibre la dura batalla, que con sus altos y sus bajos, se viene desarrollando en Venezuela desde por lo menos el año 1999 con la asunción del régimen identificado con el liderazgo carismático de Hugo Chávez.

En efecto la política se ha convertido en estos conflictivos años en un frente de lucha cuasifraticida, con una tendencia muy peligrosa de desbordar las esclusas de la precaria institucionalidad y asumir un destino de violencia generalizada y anarquía, cuyas consecuencias son difíciles de predecir en tragedia y desventura. Nadie en sus cabales lo desea, pero lo cierto es que el clima sigue espeso y ese tercero tan necesario, que llame a la paz y a la concordia, permanece lamentablemente ausente. No tengo pretensiones de profeta del desastre, pero nótese el lenguaje de la política de hoy, manifestación de una portentosa crisis de legitimidad, hasta los insultos y los vejámenes más peregrinos y caprichosos, como nunca habíamos visto en nuestro trajinar republicano. La fosa se ensancha y los puentes de humano contacto entre el régimen y la oposición se tornan cada vez más frágiles. El lenguaje vil lentamente horada las conductas y la manera de ser y de actuar del común de los ciudadanos. Se destruye la civilidad y el empuñar de las armas y la represión pasan a ser las moneda corriente para atropellar y “vencer”, pero nunca para convencer. Por ese camino el autoritarismo y la tiranía terminarán deslizándose como colofón inevitable de la ausencia de diálogo, el desorden establecido y la perdida de la paz. Por supuesto que la primera responsabilidad la tiene el régimen y su conductor principal, el presidente Nicolás Maduro, que dejando de lado una preciosa oportunidad para reconciliar al país, tiende a acelerar el rumbo hacia una confrontación innecesaria, cuyos frutos, si se mantiene la irracional senda, se expresarán tarde o temprano en sangre y lágrimas, en suma en irredento luto para nuestros compatriotas.

Medio país no puede imponerse al otro medio país. Tamaña insensatez, desastrosa y temeraria forma de asumir el destino de la nación. El pueblo venezolano en su conjunto, no merece tan triste destino. Lamentablemente, sectores relevantes de la oposición democrática, incluído su liderazgo más visible, han caído en la provocación, y como el toro furioso que enviste desesperado al capote del torero, se ensarzan en un combate desigual cuyo final no es otro, siguiendo la metáfora del toro, que la muerte.

 El tercero ausente tiene que hacerse presente y asumir un vital y necesario protagonismo en momentos tan difíciles. Pienso en la Iglesia, renovada bajo la estelar conducción del Papa Francisco, pero también pienso en el liderazgo auténtico de la sociedad civil, más allá de la cerrazón partidocrática de la alicaída MUD, pienso en líderes de la valía de Eduardo Fernández, un político de firmes convicciones morales y políticas, pienso en los militares institucionalistas, pienso en el Movimiento al Socialismo, en suma pienso en tantos líderes del mundo político, social, cultural, militar, económico y religioso, cuyo paso al frente tendrá eternamente el reconocimiento agradecido de la patria. No solo pienso, también sueño en una Venezuela reconciliada por encima de las banderías, que puede ser y merece ser infinitamente mejor. ____________________________