sábado, 17 de marzo de 2012

¿Vargas VS España? Por: Pedro Castillo

(Artículo publicado hace un tiempo, en el Diario Tal Cual, y que publicamos de nuevo al haberse replanteado este tema, por mantener vigencia plena)

Se proponen quitarle el nombre de Vargas a nuestro estado. Escogieron
el aniversario de su nacimiento para anunciarlo, como si se tratara de
“aguarle la fiesta” a él y a quienes, desde hace mucho, conmemoramos
ese día su natalicio, con desfiles y celebraciones. Es ya una manida
triquiñuela del modo de ser del gobierno chavista que está en plena
ejecución. Cambiarle el nombre y dejarle las mañas a cuanta entidad o
institución existe, sustituyéndolo por algún otro, a veces muy
meritorio, como es el caso de José María España, líder y mártir de la
primera conspiración contra el entonces poderoso imperio español, se
ha convertido ya, más que en una coartada, en un “modus operandi”, al
que lo único que falta es la afirmación abierta de que los males que
aquejan a la sociedad venezolana tienen su origen en que unos
pervertidos dirigentes del pasado -que no volverá- escogieron mal los
nombres de todas esas entidades e instituciones y que, con tales
epónimos como paradigmas no se puede aspirar al progreso de un país.
En esa lógica, quienes gobiernan ministerios, Institutos, municipios,
parroquias y ahora estados, no tendrían ninguna responsabilidad en los
respectivos fracasos de sus gestiones. Y es que, ¿Cómo puede serse
exitoso frente al delito dirigiendo, por ejemplo, una policía que se
llame PTJ y no CICPC?, ¿Cómo sería posible dirigir eficientemente un
ministerio cuyo nombre no se inicie con la frase MINPOPO (Ministerio
del Poder Popular) y, de verdad, ¿Cómo puede funcionar bien una
alcaldía, o una fuerza armada nacional, o cualesquiera otras
dependencias o instituciones del país, sin que se llamen
revolucionarias y bolivarianas o que su nombre lo haya puesto la
“revolución”? Y, lo peor es que les faltaría, aún, mucho por hacer,
en esta materia, porque en demasiados ámbitos de la estructura
político administrativa de Venezuela persisten aquellos nombres que
deben ser cambiados para que haya revolución verdadera. ¿Qué querían?
Que sigamos arraigando los gentilicios perversos de la IV República.
Ni de broma. Sería impensable, entonces, que en esta etapa de
profundización de la “gloriosa revolución”, no se avanzara en este
“importante tema”. Que todos lo comprendan de una vez: La “revolución”
tiene mucho que ver con las denominaciones y los gentilicios; así que
la guerra de los nombres es parte de la profundización de la
revolución. No la guerra contra el delito, no la guerra contra la
ineficiencia, no la guerra contra la corrupción y la desidia, no la
guerra contra el hampa y contra el hambre. Mucho menos la guerra por
lograr la abundancia en la producción y el desarrollo de la iniciativa
o por la unidad de los venezolanos, ni por frenar la violencia que nos
carcome por dentro. Es por un cambio cosmético, aparente, que
distraiga un rato a la ciudadanía para que no se esté preocupando por
otras cosas, como preguntarse ¿Cómo se vive en un país con una
cuadrilla de demolición como gobierno?.

Pero, esta propuesta, tiene ya varios años rodando. Recuerdo que
siendo miembro de la Asamblea Nacional, propusimos que ese ente
legislativo se trasladara a Vargas el 10 de marzo, para conmemorar el
aniversario de su hijo epónimo. La respuesta fue negar la moción
-única vez que ello ha ocurrido-, con el argumento de que José María
Vargas no merecía tal gesto por haber sido un “godo” y lo que
equivaldría a un hombre de derecha. De modo que esto tiene otra
faceta, que es bueno que los varguenses podamos distinguir. Es el afán
de manipulación que acompaña casi todo lo que el gobierno hace. Se
pretende antagonizar a estos dos personajes de la historia,
trayéndolos al presente para moverlos, utilitariamente, cual piezas de
ajedrez en el mismo esquema de polarización, odio y confrontación con
que se vienen manejando nuestros gobernantes. Para ellos es Vargas,
“el godo”, contra España, “el valiente militar que enfrentó al imperio
para darnos la libertad y ofrendó su vida en el intento”. Vargas, “el
que hoy sería de oposición”, contra España, “el que sin duda hoy sería
chavista”. Semejante y grotesca manipulación, costaría al erario
público varios millardos en un anunciado referéndum consultivo en el
que el gobierno cuenta a su favor con una escasa participación e
interés de la ciudadanía.

Ya este es el colmo. Es el éxtasis del modo de gobernar chavista, que
frente al hambre, el desempleo, la delincuencia desbocada, la
reconstrucción nunca concluida, la escandalosa corrupción de los altos
funcionarios públicos, el incumplimiento de los programas sociales y
tantas otras calamidades, lo que se le ocurre es ponernos a pelear,
ahora, por si cambiamos o no el nombre al estado y, lo que es peor,
después de haber polarizado el país, estimulado como nunca la
confrontación entre los venezolanos de hoy, la quieren llevar también a
nuestro pasado mas glorioso, patrimonio de todos los venezolanos.
Ahora se trata de enfrentar, artificiosamente, a Vargas Vs España.

Para nosotros, ciudadanos de Vargas, que somos y nos sentimos
varguenses desde mucho antes que existiera esta mal llamada
revolución, son los dos. Es el Vargas civilista que enfrentó el
militarismo y el España guerrero que enfrentó el imperio español en
una conspiración de avanzada, con gran contenido ideológico y
político, profundamente libertaria. No aceptamos que se nos obligue a
prescindir de ninguno de ellos. Para Vargas pedimos que se le
mantenga en el pedestal que se merece. Para España demandamos que se
le coloque en el más alto pedestal de la gloria que siempre se le ha
negado.

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