viernes, 19 de diciembre de 2008

Los Comisarios y los policías presos
4 AÑOS DE ENSAÑAMIENTO Y VENGANZA
* Sin pruebas, sin sentencia, sin derechos, discriminados a más no poder y victimas de un sistema de justicia manipulado por la venganza y el ensañamiento político, pasarán otra navidad encerrados en celdas de 2 por dos metros en la Disip.

* Físicamente son ellos los secuestrados y sus familias las que sufren la pena de tal situación; pero, también, de alguna manera, así sea simbólica, con ellos se ha puesto presa la democracia, sus valores humanos y los principios que la sustentan.

PEDRO CASTILLO *
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Yo, como muchos mas, estaba allí aquel 11 de abril. Cuando comenzó la marcha de aquella riada humana hacia Miraflores no todos estuvimos conformes con la derivación que, incitada o no, tuvo la concentración. La inmensa mayoría de quienes asistíamos a ella lo hacíamos con afanes pacíficos y democráticos. Muchos de los que allí estábamos pensamos que aquello era una locura y que no tendía un buen final. Intuíamos que la violencia se apoderaría de las calles, aunque nunca supimos cuanto, hasta que nuestra sorprendida mirada fue testigo de la ferocidad del ataque a la masa desarmada. Entre todos, desde la tarima, durante el recorrido de la gigantesca marcha, en medio de aquellos terribles sucesos, destacaban los esfuerzos desesperados de Iván Simonovis por persuadir a la gente que el riesgo de ir a Miraflores era demasiado y que los que ya estaban apostados allí no lo habían echo para recibirnos con flores.
Yo vi a Henry Vivas, a Lázaro Forero y a muchísimos oficiales y agentes de la Policía Metropolitana luchar a brazo partido, por convencer primero, y luego para evitar que los ímpetus de aquella avalancha enardecida la llevara inocentemente al matadero. Recuerdo que los argumentos eran sencillos y claros “no se puede garantizar la seguridad de la gente que marcha porque hay muchos sujetos armados en el centro de Caracas y en las inmediaciones de Miraflores”.

Cuando llegamos al centro la labor policial se hizo más titánica y comprometida. Comenzaron los disparos, los heridos, los muertos. Nadie sabía de donde venían las balas. Les disparaban a los machistas, le disparaban a los transeúntes, le disparaban a la policía. No solo eran civiles, también habían uniformados de verde, con armas largas y pistolas de alta potencia. Las cámaras de televisión y las graficas de los foto reporteros lo han dejado registrado para la historia.

En medio de tan difícil circunstancia vimos unos comisarios y unos policías exponiendo su integridad física para detener el avance de quienes, inocente y alegremente avanzaban hacia la masacre. Su labor no fue infructuosa. De no ser por ellos muchos más habrían muerto. Esa es la pequeña gran historia que todo el mundo conoce de la actuación de los Comisarios el día 11 de Abril de 2002.

Pero, por “virtud” de una grotesca manipulación de la justicia, convertida en verdugo de una operación de venganza y escarmiento que persigue que jamás ningún otro funcionario se interponga entre la violencia del régimen y sus victimas, aquellos venezolanos pasarán por estos días su cuarta navidad ente rejas, confinados a una celda de 2X2 metros, acusados de ser los autores de lo que, con mucho esfuerzo trataron de evitar a toda costa. No ha importado el derecho legal que los asiste de ser juzgados en libertad. No ha importado que no haya ningún tipo de prueba, más allá de presunciones acomodaticias. No se ha respetado ninguna norma o procedimiento. No se ha tomado en cuenta ningún lapso. Se les ha sometido a las mas atroces humillaciones, trasladándolos esposados a los tribunales en centenares de ocasiones, solo para que se suspendan, reiteradamente, las audiencias o para que los jueces les nieguen el derecho a presentar pruebas o testigos. Se ha sometido a sus familias a un verdadero via-crucis judicial y al tormento inexcusable de ver a sus esposos, hijos, padres o hermanos, presos, sin formula real de juicio; es decir secuestrados con apariencia de juzgados.

El colmo de los colmos en esta materia, ha sido lo de la amnistía “otorgada” por el presidente para los “involucrados” en los casos del 11-A. Fenomenal burla a la doctrina, a la lógica jurídica y a la buena fe ciudadana, mediante la cual sólo los llamados pistoleros de Llaguno fueron sobreseídos, mientras los comisarios, los policías y otros acusados “no aparecieron en la lista” y permanecen en las cárceles, en su condición de presos políticos del primer magistrado nacional.

El país entero tiene como deuda la obligación de ser más proactivo y solidario con estos venezolanos, presos por no someterse al mandato de ser cómplices de una masacre contra inocentes compatriotas que igual derecho a la vida y a la protección tenían, independientemente de la posición política de cada uno de ellos.

A Bonny Pertiñez, esposa de Iván Simonovis, a Yajaira Forero, esposa de Lázaro Forero, a las hijas y demás familiares de Henry Vivas, y a sus familias enteras, así como a las esposas y demás familiares de los otros funcionarios presos por el régimen, nuestro mas profundo respeto y solidaridad por el sacrificio que les ha tocado hacer junto con ellos, enfrentando en batalla desigual la arbitrariedad, la venganza, el ensañamiento y la mentira política.

Los que me conocen saben que una mala jugada de mi salud me ha colocado en la posición de estar, por algún tiempo, bastante imposibilitado de participar en acciones concretas que signifiquen poner ese imprescindible granito de arena que a todos nos toca, para luchar por la libertad de estos venezolanos. Gracias a Dios, ya estamos en mejores condiciones y, a partir de ahora, nos sumaremos a cuanta actividad se requiera, y nos auto designamos para organizar las que en Vargas hemos de realizar. A todos los que me leen con interés les hago extensivo el llamado a la lucha. No permitamos que un grupo de venezolanos integrales permanezcan presos de manera indefinida, violándose todos sus derechos humanos y legales, sin hacer nada. Ni siquiera es sólo por ellos, porque hoy, ellos no son sólo ellos, sino que representan a toda la Venezuela democrática que pugna por no dejarse pisotear por la bota de un régimen autoritario, abusivo, corrupto e incapaz y que se afinca para procurarse la permanencia en el poder en el uso de las mas bajas armas de la política: el terrorismo de estado, la violencia, la manipulación de la justicia, la persecución política y la venganza, entre otras. Físicamente son ellos los secuestrados y sus familias las que sufren la pena de tal situación; pero, también, de alguna manera, así sea simbólica, con ellos se ha puesto presa la democracia, sus valores humanos y los principios que la sustentan.

* Ex Diputado por el Estado Vargas
Director del nuevo Semanario “ENCUENTRO”

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